Hoy tuve la inconsecuente idea de salir a hacer deporte, caray hace cuanto que el tiempo no perdona y mis días se consumen en mi sillón recién acomodado entre mi tv y un librero un poco desarreglado algo lleno de libros sin saber cual leí y cual dejé de lado, aunque ahora es cuando empiezo a leer lo que no leí y a leer lo que en mis manos suele caer; y mi cama que se ha convertido en mi acompañante no solo en las noches sino también durante momentos que son más rutinarios que aburridos; aunque bien podrían ser de ambos.
Quien iba a decir que decidiría arriesgarme a entrar en la cueva de mi querido hermano, aquel con el que comparto más palabras de negacion que ideas en común, bien somos como agua y el aceite y cuando nos juntamos en la sartén no podemos evitar empujarnos para ver quien sale primero, siempre salgo primero si mamá está cerca mientras que cuando papá está a mi lado la vencedora soy yo. Entré y estabas como siempre vagando frente al televisor y con aquel mando que parece pegado a tus manos por arte de magia o más bien por arte de vicio; sí estás enviciado con aquellos juegos de play station que mi primo te presta no sé cuando ni cómo pero que solo después de muchos días de reclamo logramos sacar de tu cuarto para enviarlos a su lugar de origen.
Ahora iba en son de paz sin armas en la cintura y sin ganas de agredir ni pelear con la única esperanza de poder salir, sí...salir a golpear pelotas como cualquier otro día que estoy de buen humor, que buen humor el mío. Pregunté si ibas a casa de mi primo, no el mismo que te presta el play, este es otro primo; contestaste que no sabías pero que enviara un mensaje a ver si íbamos o no, apelé a tu respuesta con un envíaselo tú si quieres; pensé encontrar una negativa y una puerta en la cara pero no fue así, dijiste que sí y así fue minutos después enviaste el mensaje y no encontramos respuesta a nuestra petitoria hasta dos horas más tarde.
Eran las seis y algo, sonó el celular que había olvidado después de esperar a la llamada que ahora retumbaba el ringtone de la cucaracha que jalé del celu de pau, sorry pau pero estaba chevere y necesitaba algo para que sepa si era llamada o mensaje, en fin sonó y era aquel primo ingrato que no se dignó a responder antes sino hasta ahora. Vi su nombre en la pantalla y respondí con un aló, cuando oì su petición para un partido de voley en su casa, acepté porque yo había solicitado esa peticion horas antes y no había perdido las ganas de hacer deporte, entonces quedamos media hora después de colgar el teléfono celular.
Treinta minutos luego entré al cuarto de mi mamá a informarle de mi salida múltiple, mi hermano y mi primo, el del play, irian conmigo a casa de mi otro primo a jugar voley y ella comentó que quería visitar a mi tía para conversar un poco aunque conversan todos los días durante varias horas o en horarios compartidos; como estaba de muy buen humor accedí a que se cambiara y a esperar unos cinco minutos más, total no tenía nada que perder.
Salímos camino a casa de mi tía, cuando ya a media cuadra la encontramos a ella en dirección contraria a la nuestra, es decir, ella venía a mi casa; me reí y le dije a mi mamá vez ma' ya que mi tía viene entons nos regresamos a su casa y conversas a gusto ahí, pero paso algo que no esperaba ella no frenó su paso mientras nosotros haciamos más lento el nuestro; nos miró y dijo hoy no hay voley en la casa; nuestras miradas se cruzaron y hubo algo de desconcierto; entonces respondí, pero si Julio dijo que vayamos después de media hora porque iban a descargar todo del auto y alistarse para el partido!; pues no salímos todo el día y están cansados es más yo los dejé dormidos, dijo mi tía. Dimos media vuelta y regresamos a casa todos juntos, murmurando entre nosotros lejos de los oídos de mi mamá y mi tía que habría sucedido, quiza minutos más tarde lo sabríamos.
Llegamos a casa y cada uno se instaló en su cuarto a recobrar el mismo aburrimiento en el cual estabamos sumidos horas antes y al cual nos someteríamos porque no teníamos otra salida. A las siete y cinco aproximadamente sonó el celular nuevamente y era mi primo, quien sabe para qué después del plantazo que nos dio mi tía que querría con nosotros ahora. Ahora no era él quien hablaba por el auricular del otro lado, era mi prima que me preguntaba si iríamos, me sorprendí y le conté lo que había pasado que mi tía nos regresó a la casa, ella respondió en total desconcierto y nos pidió que fueramos a pesar que yo seguía dudando que mi tía quisiera nuestra presencia en su casa, por algún motivo hoy no quería que vayamos y yo no sabía por qué.
Acepté y colgué, pero bajé a informarle a mi tía lo sucedido con cierto temor porque si bien es cierto su autoridad nunca ha sido desestimada y si ella dice que no es no; ahora estaba yo en una encrucijada y debía bajar a decir lo que tenía que decir. Cuando le comenté la llamada vi algo de enojo, llamó a su casa y yo subí a la mía con mi mamá para ver una novela que nos tiene en ascuas durante varios días; dejé aquella salida y el partido en una situación incierta, si iríamos no lo sabía pero ya no importaba eran las siete y era tarde para jugar, ya sería para otra; ahora por lo visto mi tía estaba de mal humor y como siempre ese mal humor nos malograba la tarde por quincuagésima vez, pero sobre todo hacía notar que ella no es lo que aparenta solo se esconde detrás de muchas poses tratando de ser lo que no es y mostrandonos su verdadera cara en los peores momentos. Adiós canchita de voley no sé cuando te volveré a ver, porque no sé cuando mi tía recobre el humor de antes.
jaja... la autoridad la autoridad. Habrá otro momento para jugar, Es difícil saber que pasa (en realidad) en la vida y mente de los que están frente a nosotros. Un gusto leerte, saludotes.
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