domingo, 1 de noviembre de 2009

Y eso está bien...

Yo te vi bajar la escalera
Con los pies cansados
Y los ojos brillosos…
La conversación se te había hecho sueño
Mientras el bus se alejaba más y más
Yo trataba de no mirarte partir.

Todavía no tiritaban mis dedos aquella tarde,
Era primavera, con un viento otoñal.
Yo llevaba puesta mi casaca azul y mis aretes de oro,
Y tú con aquella chompa beige que casi
Deja de existir por el tiempo de uso.

Tenía ganas de declararte el pésimo gusto que posees
Para seleccionar la ropa que usarás en los días menos pensados.
Tenía ganas de reprocharte la falta de atención
Para enviarme un solo mensaje en la semana.
Tenía ganas de abrazarte y decirte mil frases que
Grabe en mi memoria para confesarlas a mi cuaderno
Antes de dormir
A medianoche cuando estamos solos
mis suspiros noctámbulos y yo
y cuando no fluye ni uno sólo en mi cama vacía de pensamientos.

Pero no hice nada,
Aquella tarde solo te miré,
Como en las mismas ocasiones en las que nos encontramos
En el mismo patio
Abarrotado de jóvenes alegres
Que nos cubren las espaldas para jamás
Encontrarnos en un segundo de distracción.

Quizá hoy para suerte tuya o para bendición mía,
Tú estabas con poca gente,
Con un solo amigo y yo…
Caminaba siguiendo a la multitud de cinco personas
Que avanzaban a mis costados.
Luego de tanta escondida
Terminamos en el mismo lugar
Encontrados en un saludo que se hizo eterno
Y se convirtió en la excusa para decir más de lo debido.

Mis pasos no quisieron ir más allá de ti
Y tus ojos escondían verdades que estaban lejanas de mi percepción
Quizá todavía guardas muchos secretos que iré descubriendo
Sin que tus labios pronuncien una sola palabra
Sólo mirándote.

Había un extranjero de más en la escena
Y los protagonistas por azares del destino
Querían hablar con él,
Por la sencilla razón de querer quedarse solos.

Los minutos pasaron y el tiempo previsto para marcharme
Había corrido más de media hora.
Pero no quería irme, no todavía.
El extranjero se despidió y me dio gusto conocerlo
Aunque en aquel momento solo haya sido
El celestino de un encuentro más e inoportuno.

Quise moverme de mi sitio, pero entendí
Que en aquel cubículo de 40 centímetros estaba muy bien ubicada
Allí sus palabras se escuchaban con eco en mis oídos
Pero los demás no nos oían
Y eso estaba bien.

¡Vamos!
Dijo sin dejarme respirar para asimilar la media hora transcurrida
Yo caminé
Casi siguiéndolo sin querer seguirlo.
Luego de tantos meses cumpliría la promesa
La de acompañarme poco más de unas cuadras.

La distancia entre los dos se hacia menos notoria
Casi faltaba un roce o algo más que una caricia
Que terminara por darle el matiz perturbador
A esos minutos de caminata.

Su celular fue el mejor tema de diálogo,
Sin embargo, yo demostré mi habilidad para saber de todo un poco
Mientras él
Quedaba como el ingenuo de las pocas ideas…
Casi puedo asegurar que aprendió más de un tema en cinco minutos
Y alejaba la mirada, así como cuando el extranjero se sorprendía
De mi ambición por querer saber más.

Él parecía orgulloso de tenerme cerca
Sobre todo por mi facilidad para contar mis metas a futuro
Pero la vanidad no estaba hecha para los segundos con él,
Me sentía la peor farsante cuando hablaba de mí
Y no dejaba entrever sus proyecciones en las frases que él repetía.

Cuando llegamos
El paradero estaba igual de siempre…
Las personas empujándonos, las bocinas chiflando en nuestras orejas
Y nosotros concentrados en un espacio imposible
Para concentrar
En los dos segundos las palabras faltaron
Y las miradas se complicaron más.

¿Te llegaron mis mensajes?
Respondió a todo lo que me había estado preguntando en esta semana
Tantas ganas de sufrir en vano, me repetía inconcientemente
Él no había dejado de comunicarse,
Solo que…
Alguien muy arriba o muy abajo
Intentaba decirnos que…no estábamos hechos el uno para el otro.

Negué a su pregunta y reafirmé mi sorpresa
Ante aquel verso que sonaba a música de fiesta en mi cabeza
Él no se había olvidado de mí.

Entendí que te guardas algo entre el pecho que no quieres confesar
Pero es tan difícil
Conocerte teniendo miedo a poder amar
Y ser dos veces feliz
Como aquella poeta que es feliz escribiendo sin decir.
Es tan difícil
Dejar de tenerte como centro de las historias que se pegan en mi blog
Y que por suerte mía o cosas de la vida jamás llegan a ti
Y eso está bien, me repito concientemente.

Quizá pasaran años para que tú sepas algo más que un sentimiento
O esperaré a ahogarme en los murmullos de mis poemas
Que ya no quieren escribir sobre ti
Pero mis manos quieren seguir haciéndolo.
Entonces, no me queda más remedio.
Puedo pensar que ya perdí
Hasta la más mínima racionalidad.
Y desde aquel abril en verano
Empecé a soñar con mariposas turquesas
Y con mensajes cada cinco minutos
Que hasta mañana siguen sin llegar.
Quizá nunca lleguen.