Era aun de día, pero el verdugo no descansaba en ningún instante. Acechaba tras de mi un ser temible...el hombre. Desde muy pequeño mamá me dijo no vayas por lugares desconocidos y por ningún motivo te alejes del nido. Caray, terquedad la mía, ir en busca de un lugar mejor para terminar hallando mi sepultura.
Yo siempre quise ser libre, mi mamá nunca me dejó, pero ella sabia de mi obstinación y que tarde o temprano volaría hacia nuevos horizontes. Cogí en la primera ocasión, en que me halle ya muy adulto a mi parecer, mis maletas con todos mis pequeños trapos. No podía quejarme de ser un ave escuálida, yo aún conservaba el talante heredado de mi padre que ante las relucientes damas del corral era mi símbolo de gallardía y por eso era yo muy respetado. A pesar de tener muchas damiselas a mis pies me canse de lo mismo. Por eso en el primer camión que encontré me subí, sin pensar siquiera hacia donde me iba a llevar.
Cuando abrí los ojos, estaba enjaulado, entre pequeños agujeros con las justas podía meter mis patas, pero no podía escapar. Entonces me espante, porque mi alma libre ahora estaba entre rejas, ¿porque?...pero mi mente no lograba recordar como sucedió todo tan rápido, recordaba que me subí al camión que me instale en el primer lugar que encontré, derepente oí algunas voces pero el cansancio me gano y mis pesados parpados se cerraron.
Al despertar el panorama estaba tan cambiado, en el fondo de mi corazón sabia que mas que una jaula lo que me esperaba era mortuorio, era mi fin y ni siquiera pude despedirme bien de mi familia, que cruel había sido con todos, que mal me había portado, solo ahora valoraba mi corral y quería cerrar de nuevo los ojos para pensar que todo era una pesadilla y regresar de donde nunca Devi salir.
Me trasladaron del camión hacia un lugar muy raro, bajaron junto conmigo otras aves de todo tipo. El hombre que mas tarde seria nuestro verdugo se adelanto al chofer del camión y le dijo que sus ayudantes se encargarían de bajar lo más rápido las jaulas. Y así fue, sus ayudantes se tiraban las jaulas como pelotas de futbol, de pronto sentí volar pero dentro de la jaula, ya se imaginaran como termino mi estomago, tan revuelto como mis plumas.
Cuando el chofer arranco el camión para partir, los ayudantes se dispusieron a ir abriendo algunas jaulas, sobre todo las que contenían a los pollos, porque serian los primeros en ser tramitados. Después de largos minutos llego el turno de mi jaula, rece porque me abrieran lo mas rápido posible, mis ideas estaban hilvanándose en una fuga veloz y sutil en cuanto aquel asesino se diera la vuelta. De pronto se abrió la rejilla y salí sin mucha prisa, mi verdugo se dio la vuelta y yo salí despavorido hacia la puerta grande de salida, cuando estaba ya una pata afuera, uno de sus ayudantes me cogió por las alas y mis ilusiones se vinieron abajo por completo.
El ayudante dijo: aquí hay un fugitivo, démosle trámite a este, parece querer ser el primero de su clase. Me desespere e intente por todas las formas huir, pero no pude, ese forcejeo entre mi verdugo y yo fue realmente una lucha a muerte aunque yo llevaba las de perder. Un golpe en la nuca me dejo medio tonto, incluso mas de lo que ya había estado cuando me subí al camión, abrí los ojos y vi el brillo metálico asomándose a mi cuello, me estremecí al instante y el frío cuchillo terminó con el sufrimiento, al menos eso pensé. Me arrojo al suelo como cualquier costal, y cuando caí la sangre helada de mi cuello, me desespere por no dejarme morir así, yo era un hidalgo Carmelo y ahora terminaría como Ajiseco, clavando el pico en medio de la arena de combate. Mis patas lucharon por ponerse de pie pero el aliento me abandonaba lentamente, me arrastre por casi medio metro en el suelo, el rastro de mi sangre es mi fiel prueba de aquel hecho. Termine dándome por vencido y dejarme morir lentamente. Por mi mente transcurrió mi vida entera y extrañe en ese momento hacerle caso a mi madre, guarde su recuerdo muy junto a mi corazón y exhalé mi ultimo suspiro enviándole en el aire mi ADIOS.
Yo siempre quise ser libre, mi mamá nunca me dejó, pero ella sabia de mi obstinación y que tarde o temprano volaría hacia nuevos horizontes. Cogí en la primera ocasión, en que me halle ya muy adulto a mi parecer, mis maletas con todos mis pequeños trapos. No podía quejarme de ser un ave escuálida, yo aún conservaba el talante heredado de mi padre que ante las relucientes damas del corral era mi símbolo de gallardía y por eso era yo muy respetado. A pesar de tener muchas damiselas a mis pies me canse de lo mismo. Por eso en el primer camión que encontré me subí, sin pensar siquiera hacia donde me iba a llevar.
Cuando abrí los ojos, estaba enjaulado, entre pequeños agujeros con las justas podía meter mis patas, pero no podía escapar. Entonces me espante, porque mi alma libre ahora estaba entre rejas, ¿porque?...pero mi mente no lograba recordar como sucedió todo tan rápido, recordaba que me subí al camión que me instale en el primer lugar que encontré, derepente oí algunas voces pero el cansancio me gano y mis pesados parpados se cerraron.
Al despertar el panorama estaba tan cambiado, en el fondo de mi corazón sabia que mas que una jaula lo que me esperaba era mortuorio, era mi fin y ni siquiera pude despedirme bien de mi familia, que cruel había sido con todos, que mal me había portado, solo ahora valoraba mi corral y quería cerrar de nuevo los ojos para pensar que todo era una pesadilla y regresar de donde nunca Devi salir.
Me trasladaron del camión hacia un lugar muy raro, bajaron junto conmigo otras aves de todo tipo. El hombre que mas tarde seria nuestro verdugo se adelanto al chofer del camión y le dijo que sus ayudantes se encargarían de bajar lo más rápido las jaulas. Y así fue, sus ayudantes se tiraban las jaulas como pelotas de futbol, de pronto sentí volar pero dentro de la jaula, ya se imaginaran como termino mi estomago, tan revuelto como mis plumas.
Cuando el chofer arranco el camión para partir, los ayudantes se dispusieron a ir abriendo algunas jaulas, sobre todo las que contenían a los pollos, porque serian los primeros en ser tramitados. Después de largos minutos llego el turno de mi jaula, rece porque me abrieran lo mas rápido posible, mis ideas estaban hilvanándose en una fuga veloz y sutil en cuanto aquel asesino se diera la vuelta. De pronto se abrió la rejilla y salí sin mucha prisa, mi verdugo se dio la vuelta y yo salí despavorido hacia la puerta grande de salida, cuando estaba ya una pata afuera, uno de sus ayudantes me cogió por las alas y mis ilusiones se vinieron abajo por completo.
El ayudante dijo: aquí hay un fugitivo, démosle trámite a este, parece querer ser el primero de su clase. Me desespere e intente por todas las formas huir, pero no pude, ese forcejeo entre mi verdugo y yo fue realmente una lucha a muerte aunque yo llevaba las de perder. Un golpe en la nuca me dejo medio tonto, incluso mas de lo que ya había estado cuando me subí al camión, abrí los ojos y vi el brillo metálico asomándose a mi cuello, me estremecí al instante y el frío cuchillo terminó con el sufrimiento, al menos eso pensé. Me arrojo al suelo como cualquier costal, y cuando caí la sangre helada de mi cuello, me desespere por no dejarme morir así, yo era un hidalgo Carmelo y ahora terminaría como Ajiseco, clavando el pico en medio de la arena de combate. Mis patas lucharon por ponerse de pie pero el aliento me abandonaba lentamente, me arrastre por casi medio metro en el suelo, el rastro de mi sangre es mi fiel prueba de aquel hecho. Termine dándome por vencido y dejarme morir lentamente. Por mi mente transcurrió mi vida entera y extrañe en ese momento hacerle caso a mi madre, guarde su recuerdo muy junto a mi corazón y exhalé mi ultimo suspiro enviándole en el aire mi ADIOS.
Hola soy bueno en esto de los Blogs . Deseo saber como escribir a colores .. y si puedes te das una vuelta por mi blog .. en mi ùltima bitàcora hay muchos tonteras orogràficas - lo hice en un internet - hablamos ... ¿eres de villa ? Atte Paroko ... un Explotador de Bellas Artes .
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