Con Exactitud
No explicaba ella el malestar que le incomodaba
Y la hacía sentir por primera vez en su vida
Tan vulnerable.
Las escaleras, los pasos,
Los mismos protagonistas.
El mismo escenario.
Un argumento diferente
Del cuento que ambos
No querían dar final.
Situados en el vacío
Relativamente amplio,
Los dos tan cerca
En hileras que se unían en una sola voz.
Estaban allí,
Escapando de nuevo el uno del otro,
Pero más uno que el otro.
Evitaba un saludo formal y cercano,
Esa era ella, por supuesto.
Una sonrisa,
Una movida de mano
Que para él era gloria eterna
Para la chica situada a dos filas de distancia
Era el consuelo de evitar tenerlo cerca de sí.
Sin embargo, hay encuentros inevitables
Como los que se dan en las noches de música encantada.
Él la esperaba como de costumbre
Refugiado en la clandestinidad
Ella evadía a muchas personas para poder salir.
Pero a la salida,
Estaba otra vez él.
La indiferencia y evitar el saludo
No funcionarían en ese instante
A tan sólo centímetros de distancia.
Quizá por magia divina o simplemente por gracia
Ambos se habían encontrado en el principio de un quinto piso
Sin terminar.
Ella lo saludo
Con un beso en la mejilla
Que grabó el instante,
Él se acercó a ella
E inició la conversación como nunca antes lo hizo.
Se quedaron mirando desde rejas que los encarcelaban
Y les impedía a ellos apreciar a los demás
Ir y venir en el patio
Que antes fue escenario de mil encuentros inconclusos.
Ella sonreía de rato en rato.
Él grababa las sonrisas en el disco duro que no quería formatear.
La invitación a bajar hacia el patio era obvia,
Pero ninguno de los dos
Quiso proponerla.
Los minutos pasaron sin que se dieran cuenta
Que ambos
Estaban mirando lo mismo,
Sin mirarse como tantas veces lo habían planeado.
Se despidió de él,
Y él quiso prolongar la despedida,
-te acompaño- le dijo,
Y ella se sintió halagada por la compañía.
Los cinco pisos se escurrieron entre
Sus pasos
Que no dejaban eco en los oídos de los demás
Sólo en los suyos.
Cada tema surgía sin que ambos lo propusieran.
Pero los escalones eran demasiado cortos para los dos.
El camino escalonado se terminaba
Y ambos tocaron suelo otra vez.
Allí la despedida era inevitable.
Una escolta la esperaba a ella
Y ella evitaba que dicha escolta lo observara a él.
Al final del pasillo la mejilla rozó la eternidad
De un adiós que se hizo más corto que los cinco pisos.
Ella le volvió a sonreír y él repitió el gesto,
Al menos hasta que un grito los sacó de
La burbuja de aquella historia sin final
Y los regresó a la realidad
Aquella fría y vacía realidad
Que envolvía sus rutinas
Y que hacía más prolongada la distancia
Que ellos no querían remarcar
Al menos en esos instantes a solas.
No en esos instantes.
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